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PERFORMANCE
ESTRUCTURA DEL ALMA

Descripción:

 

La acción se realiza en un espacio muy reducido de 2x3 m y con mínimos elementos de vestuario. Está imbricada con una fusión musical y de sonidos que es el hilo conductor de la obra. El pulso vital se logra en cuanto se recupera la libertad de movimiento fuera de la línea recta que remite, a través de hilos y rayas hechas en el piso, a las normas impuestas por una sociedad castrante.

Los sonidos transportan a diversos espacios y tiempos que se estructuran, pretendiendo crear una sensación de simultaneidad.

Los entornos místicos y filosóficos se establecen mediante el daimoku gionkio del budismo Nichiren, que suena fuertemente para después dar paso al mantra de la sanación, cantado a capela.

La acción metafórica que se realiza en forma de poema, canto y danza, introduce a un espacio sutil e inefable que rompe con las gruesas cadenas, convirtiéndolas en libros y cuadros escondidos tras la puerta azul de la liberación. Esa puerta se abre a través de la meditación en movimiento del Taichí, con cadenciosos pasos que se acompañan con fondo musical de tango electrónico, creando una dicotomía iluminadora que trasciende la posible confusión y el absurdo.

 

Texto de obra:

 

Esta acción se realiza desde un continuo espacio-temporal circular, en donde muchos episodios violentos se repiten, estableciendo un entorno existencial peligroso y psicológicamente angustiante el cual, luego de cruenta lucha tiene, felizmente, una salida o liberación a través del arte, espacio de sanación en el que naufragan los traumas para convertirse en senderos de desahogo de la tensión vital.

Es una obra que intenta dilucidar cuestiones de violencia de género mediante conexiones místicas y simbólicas. El espacio meditativo se convierte en uno de los túneles de liberación, aunque no alcance la magnitud del entorno liberador que excede ampliamente el proceso creativo.

El transitar, sin desfallecer, en un espacio existencial violento, requiere de fortaleza y especialmente de un estado de inocencia vital muy grande. Ese tiempo vivido, si bien (aparentemente) no ha dejado huellas, en coordenadas vivenciales diferentes establece conexiones que remiten a innumerables cadenas, hilos y ataduras muy difíciles de romper. La cruenta lucha se realiza para la persona incluso con pérdida de conciencia de sí misma y aprehensión de múltiples personalidades que la ayudan a condescender con la sociedad imperante, cruel e hipócrita, y así sobrellevar una realidad lacerante y muy precaria. En esa lucha por la liberación se va estructurando el alma, siempre y cuando ésta no sucumba ante la violencia, se fortalece. Al tener esa oportunidad única y tomarla, la persona acepta la vida en lugar de la muerte y en ese tránsito su alma se estructura.

Equs: Metamorfosis de sirena en centauresa seráfica

En un espacio y tiempo indefinibles se produce una difícil lucha por hacer prevalecer los derechos a la vida y a la realización, en diferentes planos humanos como el sexual y el de la propia sobrevivencia. 

El tejido de una red se establece como la creación de un espacio lacerante, violento y a la vez de desahogo al que la persona accede y del que no puede zafarse, más bien lo fortalece tejiendo las cadenas con sus propias manos y estableciendo círculos viciosos de apego.

La psicología elabora variadas teorías en relación al apego al maltratador que se da en situaciones de violencia extrema y que se produce en desfases de la personalidad del violentado, llegando éste, incluso a rechazar ayuda porque prefiere el maltrato, que es una forma de atención, antes que la total indiferencia. 

Finalmente y luego de una larga pulsión vital, ayudada por la alquimia de diferentes rituales de auto-curación como la alquimia del arte por ejemplo, la persona logra cortar sus cadenas y acceder a una vida de plenitud, muchas veces no referida a su propio tiempo sino a un tiempo futuro, llegando la sanación, tantas veces buscada y trabajada por ella, a sus descendientes. 

Manifiesto del Árbol.

El contexto de esta obra es diverso, científico por su relación con la física y la complejidad del hombre y la naturaleza, vegetal por su ambientación en un bosque en donde, a través del contacto con las raíces, tronco y ramas de los árboles, el humano utiliza el tacto como el medio que le permite llevar información al cerebro y le permite descifrar los mensajes que guarda el árbol a través de sus raíces.  

 

Es una obra minimalista que establece una amplia vinculación entre el tejido neuronal vegetal y el humano, bajo el principio de paridad de la física cuántica.

 

La obra se inscribe en el tiempo actual y muestra el cambio abrupto de un estado de aparente “libertad" de los humanos hacia otro de confinamiento. El contexto de esta obra es fundamentalmente artístico, social y cultural. Artístico por la creatividad y la técnica fotográfica, social y cultural pues hace que las personas puedan introducirse en sí mismas y visualizar sus reales perspectivas vitales. Muestra que los lenguajes han cambiado al igual que las percepciones, en contradicción con el mundanal ruido.  La humanidad se ha visto avocada a estar en espacios reducidos que promueven la soledad o la compañía mínima  de  los miembros de su núcleo íntimo familiar. La preminencia de un bosque feraz, con sus grandes hojas y raíces la inscriben en un entorno  natural mientras que las figuras humanas, a pesar de estar relegadas a un espacio mínimo en el cuadro, resaltan el contexto social de la obra que parece indicar y advertirnos acerca de la fragilidad de la especie humana frente a la naturaleza, misma que, de sentirse amenazada por la acción del hombre, fácilmente puede prescindir de él y continuar tranquilamente su vida en el planeta.

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